En el ámbito profesional, cada día hay que enfrentarse a diversas situaciones que requieren la toma de un camino – y el descarte de otros- mediante una decisión. De que ese camino sea el correcto dependerá el éxito o el fracaso de cada determinación. En el post de hoy, ¡te mostramos cada una de las fases del proceso de toma de decisiones para que aprendas todos sus entresijos y te conviertas en un experto en la toma de decisiones!
Cuando se toma una decisión, se pone fin a un periodo de incertidumbre. Lo que marca un antes y un después dentro del curso habitual de los acontecimientos. Dentro de las empresas se marquen unos objetivos y en base a la consecución de los mismos, se tomen decisiones sobre el futuro inmediato o no tanto, de la organización. Esto, a su vez, permite una organización y una planificación de todos los recursos necesarios para alcanzar el resultado deseado.
Tomar una decisión implica elegir entre diversas posibilidades. Es un proceso que se inicia con la identificación de un problema y que para solventarlo de forma adecuada, se estudian las diversas alternativas y se toma – a través de una decisión- la más idónea. Más adelante, se analizará si se ha alcanzado o no el objetivo perseguido.
Antes de tomar una decisión es de vital importancia determinar el origen del problema. Analizar la información que se tiene de la manera más objetiva posible. Esto nos permitirá identificar otros problemas derivados del primero y/o oportunidades.
Por ejemplo, una empresa de calcetines se enfrenta a una rotura de stock debido a la pérdida de trabajadores, lo que le ocasiona grandes pérdidas en ventas. En el último mes, 10 personas solicitaron la baja voluntaria, lo que ha impedido continuar con el ritmo habitual de trabajo de la fábrica. Lo primero que hay que hacer en este caso es identificar el problema que ha originado la baja voluntaria de los 10 trabajadores y ha derivado en la rotura de stock. El empresario averigua que los trabajadores se van porque consideran que el salario es muy bajo. Así que decide aumentar el salario a sus trabajadores lo que mejora notablemente los índices de productividad de la empresa, elimina el absentismo y atrae a nuevos candidatos interesados en trabajar en la fábrica. En pocos meses, están produciendo el doble de calcetines y las ventas han aumentado un 40%.
En ese punto, es importante no dejarse llevar por las emociones o experiencias del pasado. Hay que analizar el problema, estudiar las diferentes alternativas y marcar los objetivos prioritarios. En el ejemplo anterior, el objetivo número uno era poner fin a la rotura de stock y atender, cuanto antes, la alta demanda de los consumidores para que no hubiese más pérdidas en ventas.
La toma de decisiones es un escenario habitual para las personas que trabajan en una empresa. Tanto es así que en muchas ocasiones – y debido al ritmo frenético al que muchos trabajadores están sometidos-, las decisiones se toman de forma inconsciente e impulsiva, sin haber estudiado detenidamente el problema, ni las alternativas posibles. Esto puede resultar peligroso y derivar en una grave crisis con males mayores, por ese motivo es fundamental prestar atención al proceso de la toma de decisiones.
Dentro de una empresa, los principales factores que llevan a tomar decisiones prematuras son: la falta de compromiso, el exceso de trabajo, los problemas para delegar tareas, los problemas para alcanzar un consenso, la competencia entre los compañeros de trabajo o el interés por destacar.
A continuación, vamos a desengranar cada una de las fases en las que se divide el proceso de toma de decisiones:
1. Identificación del problema: es fundamental reconocer el problema para determinar cuál es la forma más idónea de afrontarlo. También hay que conocer cuál es su origen y la urgencia que se tiene para solucionarlo. Una vez que se tengan claros todos esos puntos, se determinan las alternativas que mejor solucionarán el problema.
2. Propuesta de soluciones: en esta fase del proceso es cuando se procede a recopilar todas las alternativas que se pueden poner en marcha para solucionar el problema. Llegados a este punto, contar con el punto de vista de algún experto en la materia que observe de manera externa el problema puede ser de gran ayuda para determinar cuál es la mejor solución.
Si, por el contrario, prima un punto de vista personal, aislado que no atiende ni escucha las propuestas de otras personas y se ciñe a un único criterio puede conducir a cometer graves errores.
3. Análisis y evaluación: una vez que estén todas las alternativas posibles sobre la mesa, llega el momento de estudiar los pros y los contras de cada una de ellas. También será conveniente determinar las posibles consecuencias que puedan derivar de la implantación de cada una de ellas.
4. Elegir la mejor alternativa: después del análisis de las posibles soluciones, hay que elegir una, es decir, tomar una decisión para adoptarla posteriormente. Para ello, es recomendable primero descartar las que más alejadas estén de los objetivos o necesidades de la empresa, y continuar descartando hasta que solo quede una, la que será la decisión más acertada.
5. Implantar la solución: una vez que se ha tomado la decisión, hay que informar a todas las personas que se verán afectadas por la misma. Ahora hay que trabajar en un plan que permita la organización de todos los recursos implicados para implantar la alternativa elegida.
6. Seguimiento y análisis de resultados: la última fase del proceso es el análisis de los resultados obtenidos una vez que ha pasado un tiempo prudencial desde que se implantó la solución. Una forma bastante de sencilla de medir el éxito es comprobar si efectivamente el problema inicial ha desaparecido y no ha supuesto la aparición de otros en su lugar. De ser así, la solución aplicada podría aplicarse en otras situaciones similares que se den en el futuro de la empresa. En el caso contrario, hay que recopilar toda la información posible para que no se vuelvan a cometer los mismos errores en el futuro.
La toma de decisiones un proceso que está muy relacionado con las figuras de mando, los líderes, pero que no deja de ser una habilidad que se puede aprender y mejorar con la práctica. A pesar de que en un principio puede resultar difícil, en la mayoría de los casos las personas tienen muy interiorizado el proceso que requiere la toma de una decisión debido a sus propias experiencias personales o profesionales.
A modo de resumen y para concluir, podemos decir que la correcta ejecución del proceso de la toma de decisiones es fundamental para tomar la decisión correcta lo que te permitirá alcanzar el éxito o te llevará al fracaso. Así que recuerda la importancia de respetar cada una de las fases del proceso y darte el tiempo suficiente para concluir cada una de ellas. ¡No tengas prisa cuando tu éxito y tu reputación están en juego!
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