¿Alguna vez has pensado que no eres bueno en tu trabajo? ¿Qué hay muchísimas personas sin empleo mucho más preparadas que tú? El miedo a fracasar es un sentimiento bastante común entre los profesionales. La desmotivación o la frustración en el trabajo puede dar lugar a lo que se conoce como Síndrome del Impostor.
Aunque pensemos que este trastorno no es demasiado habitual, 7 de 10 personas lo han sufrido alguna vez a lo largo de su carrera profesional, según los expertos en esta materia. Este síndrome, que se caracteriza por un malestar a nivel emocional, se vincula con un pensamiento que le impide a la persona que lo padece sentirse merecedora del puesto que ocupa a nivel laboral o personal.
En la década de los 70, Pauline Clance -psicoterapeuta- observó a través de varios estudios entre la población que muchas personas a pesar de haber logrado sus metas profesionales tenían la autoestima baja. Esta percepción personal fue lo que más adelante se denominó Síndrome del Impostor.
Las personas que lo padecen son inseguras y normalmente este trastorno se relaciona con una baja autoestima y poca confianza en sí mismos y sus capacidades. También puede estar relacionados con otras causas externas como los estereotipos sociales, la educación familiar…
Es habitual que las personas que lo sufren no se sientan capacitados para realizar las tareas asignadas a su puesto, a pesar de que cuentan con la experiencia y los conocimientos necesarios. Además, registran una serie de comportamientos y/o pensamientos que pasamos a enumerar a continuación:
Cuando dentro de un equipo de trabajo hay una persona, o personas, que padecen este síndrome, las consecuencias no se quedan en un terreno personal, sino que se extienden y repercuten en su entorno. Todo esto se debe a que el sentimiento de inferioridad que tiene esta persona, o personas, genera una carga de estrés y agobios que pueden bloquearle, lo que perjudica la productividad de todo el grupo. Como ya hemos comentado anteriormente, estas personas no se sienten merecedoras de un ascenso y al mismo tiempo, sufren por el temor a quedarse estancados.
Suelen sobrecargase de trabajo, lo que a su vez, repercute en sus relaciones personales, también dentro de la oficina. No suelen hablar con sus compañeros y se muestras irascibles y reacios a relacionarse y realizar trabajos en equipo o que requieran la puesta en común de ideas con otro compañero.
Para evitar el impacto negativo de este síndrome y prevenirlo, es conveniente facilitar un ambiente de trabajo solidario donde se fomente el intercambio de ideas sin que nadie se sienta juzgado por pensar una cosa u otra. Es importante también, realizar actividades fuera de la oficina y en un ambiente más relajado donde se compartan otro tipo de anécdotas entre compañeros, alejadas del estrés del día a día. De esta manera, se pueden crear lazos de confianza y amistad entre compañeros que fomenten un buen clima laboral en el entorno de trabajo.
El primer paso para superar un problema, como siempre, es identificarlo y reconocerlo. Es un trastorno bastante común en nuestra sociedad actual y personas relevantes como Michelle Obama han reconocido haberlo sufrido.
Una vez que reconocido, lo que hay que hacer es poner las cosas en perspectiva. Especialmente en lo que se refiere a los éxitos y fracasos tanto personales como profesionales. Veamos un ejemplo: vale que podrías tener un mejor sueldo o un mejor puesto de trabajo, pero reconoce también el mérito de que te hayan elegido a ti entre los demás candidatos a ocupar el puesto.
En cualquier caso, si quieres librarte de tus pensamiento negativos te recomendamos que sigas los siguientes consejos:
En resumen, para superar el Síndrome del Impostor hay que aceptarse a uno mismo con sus virtudes y defectos. No se debe buscar la perfección, sino intentar ofrecer la mejor versión de uno mismos, reconociendo siempre nuestra limitaciones. Con el paso del tiempo, lograrás sentirte cada vez más seguro de ti mismo y lograrás que, poco a poco, tu autoconfianza aumente.
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