La organización del trabajo de las personas es el factor más importante que influye en los bajos niveles de producción en España. Somos el país con las jornadas más largas y, por el contrario, con la menor producción de toda Europa. La gestión de los recursos humanos de la empresa basada en la productividad es un indicador fundamental para saber si una empresa es o no competitiva.
Las largas horas de presencia en el trabajo ya no deben ser tan importantes ya que lo que cuenta es el rendimiento de las personas. Cierto es que, en la cultura española, demasiadas empresas siguen todavía en la mentalidad y la cultura de: “A ver quién se va el último” o “Ese que siempre sale a su hora”, pero esto debe cambiar.
Emplear dos horas en la comida, la multitud de reuniones donde se pierden horas y horas, en ocasiones, hasta más allá del horario laboral y el tiempo para el café, son ejemplos claros que ponen de manifiesto las causas de la baja productividad española. Hay que esforzarse para no salir ni un minuto mas tarde de la hora, siempre con excepciones o situaciones puntuales y las reuniones: a primera hora de la mañana.
El tiempo de trabajo se puede flexibilizar más allá de la jornada intensiva en verano o los viernes por la tarde. El teletrabajo, las herramientas informáticas y la simplificación de las jerarquías deben ayudar a conseguir con el mínimo esfuerzo, el máximo rendimiento y por extensión un aumento en los beneficios de las empresas.
Un objetivo motivador, que beneficia la imagen de la empresa, aumenta el buen ambiente de trabajo y la productividad, es la reducción de la jornada laboral, concentrando el trabajo en las mañanas: hay que trabajar rápida y eficazmente, con la motivación de salir antes y ganar tiempo en el terreno personal, no dejando tareas pendientes. A su vez el ahorro de costes para la empresa es significativo incluyendo comidas, gastos de agua o luz, etc.
Otro objetivo a conseguir, es el de dar capacidad de decisión, autonomía y responsabilidad a los trabajadores de la empresa, con lo que aumenta la motivación y, en consecuencia, la productividad. La dependencia en el trabajo de las Jerarquías es un modelo que debe cambiar hacia la responsabilidad, confianza y toma de decisiones de los trabajadores, aunque no es fácil y evidentemente no se puede hacer en todos los puestos o categorías.
La retribución por objetivos es el ejemplo mas claro de productividad, como relación entre salario y rendimiento. La retribución por objetivos debe aportar motivación en las plantillas. Ajustar salario y retribución variable a unos objetivos fácilmente medibles y lógicamente alcanzables, es una opción motivadora para el personal de las empresas; si se cumplen los objetivos todo el mundo gana, la empresa y las personas que la componen.
Lo que importa y lo que hay que tener siempre en cuenta, es porque pagan las empresas: por la obtención y mejora de los resultados. A medio plazo será posible analizar la relación de los cambios, (flexibilidad, turnos, etc.) con el aumento de la productividad en horarios más reducidos y la comparativa del ahorro de costes.
En conclusión, es cada vez más necesario cambiar la cultura de la presencia por la cultura de la eficacia, establecer una gestión basada en indicadores que determinen la productividad, mejoren los resultados de las compañías y la satisfacción de los trabajadores, reduciendo simultáneamente la jornada laboral.
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