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¿Cómo gestionar la presión en el trabajo?

¿Cómo gestionar la presión en el trabajo?

Es totalmente normal que en determinados momentos te sientas sobrepasado por la carga de trabajo. A todo el mundo le pasa, ya sea por causas vinculadas con el trabajo en sí, o bien, por factores externos que complican las cosas. La clave para superar estos momentos es saber gestionar la presión y no permitir que se convierta en un problema sin solución que se cronifica.

En el post de hoy, repasamos las herramientas psicológicas más útiles para afrontar la presión laboral. Lo que permitirá que mantengas un rendimiento óptimo en tu trabajo y que no pierdas calidad de vida por unos niveles muy altos de estrés.

Estos consejos te permitirán ser un profesional más maleable, que evoluciona y se adapta a los cambios manteniendo un buen rendimiento y sobre todo, su estabilidad emocional. ¡Comenzamos!

Planificar tu rutina

Uno de los puntos claves para no dejarse invadir por el estrés debido a la falta de tiempo es la organización. Si cuentas con una planificación de tu tiempo realista, verás como avanzas y rindes mucho más.

Cómprate una agenda, o coge papel y lápiz, y planifica tu semana, tu día a día, de manera que puedas ir tachando de una lista todas aquellas tareas que vas sacando adelante. Prioriza las tareas más importantes, o aquellas cuya fecha de entrega está más próxima.

Por último, cuando estás trabajando en una tarea, céntrate en ella. No cojas el teléfono, no respondas mails. Céntrate en lo que estás haciendo y cuando hayas terminado, responde tus mails y las llamadas que tengas pendiente. Esta es una buena forma de avanzar a buen ritmo sin boicotearse a uno mismo.

Aprender a delegar

Cuando quieres abarcar más de lo que puedes, eso tiene repercusiones negativas, que pueden extenderse mucho más allá de lo que a tu rendimiento y estabilidad emocional se refiere. También puede afectar en rendimiento global de un proyecto o de un equipo de trabajo.

Por todo lo anterior, es fundamental delegar parte de tu carga de trabajo para que no pierdas el control sobre lo que realmente es importante. Además, eso también te permitirá poner en orden todas tus tareas y ver cuáles son aquellas que requieren de tu atención inmediata, diferenciar las que son más importantes de las que no, marcar prioridades, etc.

La importancia del descanso

No darle la importancia que tiene al descanso es otro de los errores más comunes. Es normal que, cuando estás estresado por la falta de tiempo y la sobrecarga de trabajo, pienses: «no tengo tiempo para descansar, tengo que seguir trabajando. Ya descansaré más adelante». Aunque la realidad es que nunca encontramos un buen momento para descansar.

Cuando privamos a nuestro cuerpo del descanso, no estamos permitiendo que nuestro sistema nervioso se relaje para controlar el estrés y liberarse de la presión del trabajo. Lo que a la larga tiene consecuencias negativas como: problemas para conciliar el sueño o para concentrarse.

Lo ideal es que el descanso de tus obligaciones profesionales sea de calidad, es decir, que tu mente se libere de los pensamientos que están relacionados con el trabajo y aproveches ese tiempo libre para disfrutar de tus hobbies o de aquellas cosas que te hacen feliz.

Trabaja tu autoestima

Cuando eres seguro de ti mismo y confías en tus capacidades es menos probable que te afecte la presión laboral. La autoestima es una herramienta de protección frente a circunstancias adversas que son ajenas a nosotros.

Si tu autoestima es baja, debes trabajar en fortalecerla a través de técnicas y prácticas que sean efectivas. Una de estas técnicas que puedes poner en práctica es: realizar una lista con tus virtudes, de manera que cuando dudes o te estés cuestionando a ti mismo, la leas y puedas volver a enfocarte en ellas para recuperar tu seguridad. No permitas que tu baja autoestima se convierta en un enemigo.

Evita los pensamientos rígidos

Cuando te encuentras ante una situación de presión laboral es importante que seas capaz de evaluar el escenario que tienes ante ti y las diferentes formas que tienes de superar esa circunstancia, que al fin y al cabo, es temporal.

Las personas que se apoyan en la imaginación y dejan atrás los métodos convencionales de resolución de conflictos y situaciones complejas; son capaces de realizar una evaluación de los diferentes escenarios y es mucho menos probable que se estanquen o se paralicen intentando resolver el problema de una forma que no les ha funcionado antes.

Tú eres tu prioridad, ¡cuídate!

Una de las formas más sencillas que tenemos de cuidarnos y que no siempre la ponemos en práctica, es la buena alimentación. Procurar mantener unos buenos hábitos alimenticios donde prioricemos las proteínas, las verduras, las legumbres, los cereales integrales y las grasas saludables que podemos encontrar en alimentos como: el aceite de oliva virgen extra, el aguacate o los frutos secos naturales son la clave para sentirse bien.

Cuando nutrimos nuestro cuerpo con alimentos saludables le damos el «combustible» que necesita para que funcione correctamente a todos los niveles y tengamos la energía necesaria para afrontar nuestra rutina. A nivel psicológico esto también nos hace sentirnos bien.

Otra de las formas de cuidarnos es a través del deporte. Una de las principales ventajas de realizar alguna actividad física es la liberación de neurotransmisores (serotonina, dopamina, etc.) que ayudan a combatir el estrés y a «oxigenar» nuestra mente de todos esos problemas del día a día. ¡Dedícate todos los días una hora a cuidar de ti, de tu salud física y mental, y verás cómo en pocos días comienzas a sentirte mucho mejor!

Buena comunicación

Es un gran número de casos la causa principal de la presión laboral es la falta de comunicación o el mal uso que se hace de ella. Por ejemplo, no ser capaz de decirle a tu superior que no puedes abarcar todo el planning de trabajo semanal que te ha asignado sin ayuda.

Para ello, es fundamental que comiences a poner en práctica la comunicación asertiva, que no es otra cosa que comunicar tu mensaje cuidando las formas y empleando un lenguaje y un tono adecuado, evitando la comunicación hostil. De esta forma, es mucho más probable que nuestro mensaje llegue a nuestro receptor y tenga una respuesta positiva para nosotros.

Evaluación e introspección

La introspección es la capacidad que tenemos para evaluarnos a nosotros mismos de la forma más objetiva posible, sin dejar que nuestras emociones dirijan nuestro criterio.

De esta manera, debemos ser capaces de identificar con claridad aquellas emociones que dirigen nuestro comportamiento. Si tomamos conciencia de nuestras conductas y lo que las motiva, podremos trabajar en mejorar nuestra realidad a través del control de las emociones.

Por ejemplo, si soy desconfiado y eso me impide delegar en los demás; debo trabajar en ese sentimiento de desconfianza, ver si está justificado, qué es lo que lo provoca, si las personas con las que soy desconfiado realmente me han dado motivos o es algo que hago de forma automática con todo el mundo…

Si te cuesta identificar las emociones que dirigen tus comportamiento o gestionar el estrés, lo mejor es que acudas a un profesional que te oriente y te de las herramientas que necesitas para comenzar a afrontar las situaciones de presión con otro enfoque que te permita superarlas para que no lleguen a convertirse en un problema.

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